"El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza." ARTURO JAURETCHE

lunes, 17 de octubre de 2011

LA TELE

Está ahí, cuadrada y plateada. Es una Hitachi de 21 pulgadas que compré hace un par de años por un crédito en la mutual. Habla casi todo el día. Habla y muestra imágenes, muchas de las cuales yo ni veo, porque la tipa está prendida casi como si fuera una radio. Pero de cuando en vez me llama y me ancla al sillón por unos minutos.

En sesenta años nos mostró de todo. Lo primero que yo me acuerdo es cuando Pipo Pescador me cantaba se equivocó la paloma y dibujaba detrás de un vidrio. Un día leía las cartitas que le mandábamos los chicos y sacó la mía, una postal con los reyes magos que medio se movían por un efecto de textura. Fue la primera emoción que me regaló la tele. Otro día salió el Zorro de la pantalla y no sé por qué milagro apareció en la Rural. Con su capa, su antifaz y su caballo Tornado me regaló un beso en la mejilla y abrió una puerta por la que la tele y la realidad se comunicaban, cosa e' mandinga.



Poquitos, muy poquitos años después se tiñó de negro. Hubo gente que ya no salía por ahí. Hubo gente que no salió más a la luz de sol. Pero no quiero irme de tema. Y el tema es la tele.



Bicho raro, querido y odiado. Me ha provocado risa, lágrimas, puteadas a granel. Me ha enganchado con cada pelotudez de novelas venezolanas más malas que los spots de Ricardito. Me ha tenido horas y horas escuchando discursos de senadores que terminaron en una traición anunciada. Me ha mostrado luces y sombras (a veces más sombras que luces ) de una historia que íbamos haciendo casi sin darnos cuenta. Una historia que incluía la quema de un cajón en vivo y en directo, levantamientos militares que nos llevaron a la Plaza a defender al padre de este pajarón que era nuestro presidente -aunque no nos gustara a muchos- pero era un Presidente, el episodio de Villa Martelli, inentendible si no pensamos mal de algunas gentes, secuestros, marchas, represiones, sentencias que inauguraron el fin de la impunidad en esta bendita Patria, y de un tiempo a esta parte nos regaló anuncios, anuncios que se hicieron realidad, aumentos de la jubilación, asignación por hijo, más vacunas, más escuelas y no quiero seguir porque otra vez me voy de tema.


Desde los culos y tetas de Porcel -casi inocentes desde el hoy- hasta los culos y tetas de Tinelli, pasando por los almuerzos donde se indignó la digna Cecilia Rossetto, el que se venga el principito, el que se vayan todos, televisión por la identidad, la caída del muro de Berlín, la muerte del Papa, la elección del Papa, la muerte de Bin Laden, la invasión a Irak, el rescate de los mineros, el que se ganó el millón en lo de Susana, la muerte de Sandro y de Rodrigo, las manitos haciendo tortitas de manteca de los indignados, las montañas de flores en el palacio de báquinjam, choques de trenes y aviones, Chernobyl, los cincuenta puntos de Grande Pa, la caída de las bolsas, el primer bebé de probeta, los quintillizos Riganti, todo todo todo pasó por la tele. Hasta la confirmación de la noticia que me dio mi vieja, consternada, por teléfono, cuando yo estaba tan tranquila preparando el café con leche para esperar al censista.


Eva fue la primera imagen que transmitió esta tele nuestra. Seguramente los trescientos tipos que tenían el aparato ni por puta se imaginaban lo que significaba. El mundo, la historia, las ciencias, las artes, la información, se podían condensar ahí, en ese artefacto al cual todas las madres han (hemos) puteado y al cual han (hemos) recurrido alguna vez, saturadas de griterío infantil.


Eva inauguró, también, la posibilidad de que todos los argentinos accedieran al instante a los sucesos de aquí y del mundo. Que los vieran. Y que el mundo nos viera.

Eva fue vanguardia, también en esto de la comunicación, del derecho a la comunicación, a la información, a la propia cultura.


Cristina levanta aquel nombre y lo lleva como bandera a la Victoria. Y la victoria también tiene que ver con la pluraridad de voces, la democratización de los medios, la redistribución de micrófonos y cámaras, por decirlo de alguna manera. Porque calculo que así como al gorilaje de 1951 le dio por el quinto forro que fuera el peronismo, en la figura de esa "actrizucha" ilegítima estuviera desparramando su imagen al mundo, al gorilaje actual debe darle por el mismo lugar que sea otra vez el peronismo, en la figura de esta "shegua" rodeada de esas viejas de pañuelo blanco, de esos niñitos, de esos actores y actrices "comprados", de esos tantos que "van por el choripan", el que en nombre del Pueblo se haya apropiado de ese lugar que alguna vez cimbró con los gritos de los torturados para transformarlo en un lugar de Vida, tanto que desde allí se generarán los contenidos que enriquecerán aquello de lo que estoy hablando desde el principio: la tele.


Al fin y al cabo, en este país, los avances siempre han venido de la mano del peronismo.


He dicho

1 comentario:

  1. Espectacular.
    Hay una parte que me trajo un prolongado momento de todas las noches que prefiero olvidar.
    Años teniendo que tragarme, justo a la hora de la comida: Grande Pa !!! porque mis dos hijas estaban justo en la edad de verlo!

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LO LAMENTO DE VERDAD. OTRA VEZ HAY MODERACIÓN DE COMENTARIOS PORQUE HAY CAGONES QUE CONFUNDEN LIBERTÁ CON LIBERTINAJE. HE DICHO

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